Descripción
El niño contemporáneo nos sorprende, a diferencia del niño de otras épocas, en esta tendencia a ocupar el lugar de objeto ideal, con frecuencia sobreprotegido en una suerte de burbuja que lo aleja de todo sufrimiento y frustración; es así el modo en que opera la permisividad como rasgo de la actualidad, como muestra de lo que, como adultos, tenemos dificultad para afrontar. En este sentido, podemos considerar la paradoja en la que, en pleno siglo de los derechos del niño, y cuando este emerge como centro de la escena familiar, la figura del «niño-rey» tiene su reverso en el «niño-víctima», que a menudo queda desprotegido por la propia desorientación de los adultos, recibiendo respuestas inadecuadas por el lugar vacío que deja la función educativa. Por todo ello, uno de los principales retos que nos deberíamos proponer consiste en preguntarnos cómo ocupar el lugar de adultos para ayudar al niño a salir de la omnipotencia, para que pueda comprender que su deseo no hace ley, que choca con la existencia de los demás y que va a tener que aceptar salir de sí mismo para poder crecer y formarse como sujeto.