Descripción
Comencé a inquietarme por la evaluación cuando descubrí, que más allá de un acto punitivo y calificativo, la evaluación es un acto humano que aplicamos cada día en situaciones tan cotidianas como elegir qué ropa ponernos, qué desayunamos, qué color va mejor con nuestro tono de piel, hasta decisiones tan importantes como qué carrera estudiaremos, dónde queremos vivir y con quién nos casaremos. Lamentablemente, ese acto tan vital como es el de evaluar, ha sido desvirtuado y se ha convertido en un enemigo de los estudiantes, de los empleados, de la gente en general cuando se desenvuelve en un evento social, entre otras situaciones, en las que la evaluación se usa para destruir y no como un aporte constructivo para que quien es evaluado pueda descubrir en qué debe cambiar o qué puede hacer mejor. En últimas, la evaluación ha tomado un sentido de autoridad, y esto la ha llevado a ser usada como un elemento de poder y no como una herramienta de crecimiento humano. Este libro es el fruto de una serie de reflexiones pedagógicas que he desarrollado durante los últimos años en torno a la evaluación, de la investigación sobre el tema, del aporte de colegas, de amigos y docentes a quienes he formado, también es fruto del aporte de niños, niñas y jóvenes que me han manifestado sus inquietudes frente a la evaluación y cómo la ven desde su rol, de los padres de familia, quienes ansiosos esperan por una evaluación más equitativa y clara.