Descripción
– Yo no tengo amigos –dijo Manuel mirando al suelo.
Pero Emilia, que no había podido leerle los labios porque el sol estaba bajo a esas horas y la deslumbraba, colocó su mano en el corazón de Manuel y luego la de él sobre el de ella, gesto que siempre hacía cuando conocía alguien que le caía bien.
Así fue como Manuel conoció a quien sería su mejor amiga, Emilia, quien sabía mejor que nadie escuchar corazones, leer en los labios del silencio.
Son historias para sentir. Relatos de gran riqueza literaria, que nos enseñan a tener la valentía de aceptarnos a nosotros mismos y a los demás. Con nuestras virtudes y defectos. Con nuestros afectos. En actitud de reconocimiento propio y ajeno.