Descripción
La noche apareció sombría y amenazadora, digna ciertamente de las escenas terribles que debía cobijar bajo su lúgubre manto, digna de la calificación que conserva en la historia de la conquista, donde está designada con el sobrenombre de triste. Un cielo profundamente oscuro, en el cual no aparecía otra luz que la de algunos relámpagos fugitivos, cuyos fuegos eléctricos serpenteaban rápidamente por entre las nubes aplomadas; una llovizna menuda y con frecuencia interrumpida, que no templaba en lo más mínimo la sofocante temperatura de la atmósfera; algunos truenos sordos que partían de las montañas, sobre cuyas volcánicas crestas paseaba su carro la tempestad, contribuían poderosamente a aumentar la impresión de tristeza que producía en los españoles una fuga forzosa y arriesgada.