Descripción
Guillermo Hoyos cree vehementemente en la opción por la comunicación, en el encuentro con el otro, en la posibilidad del entendimiento, por ello ha optado por la ética discursiva, una filosofía que apuesta por el diálogo como forma de racionalidad, como espacio de emergencia y expresión de la diversidad, como el lugar natural de los sentimientos morales, como la contracara de la violencia, en suma, como aspiración de humanidad, de humanización. Para Hoyos, además la filosofía práctica nada puede decirles a los ciudadanos que aspiran a vivir en sociedades cada vez más democráticas si no es desde el mundo de la educación. El educador, el maestro ha de reconocerse, de este modo, ciudadano de dos mundos, habita la academia en la medida en que establece una relación directa con el conocimiento y tiene la invaluable tarea de permitir, de propiciar que los alumnos le otorguen sentido a las ciencias, a la cultura, y reside en el mundo de la política pues no hay acción educativa que no haga mella en la subjetividad individual y en la comprensión de la vida en común.