Descripción
Desde su «formación», en el siglo XVIII, a partir del corpus de la iniciación de oficio y el de la auténtica caballería, el Rito Escocés Rectificado constituye la vía específica mayor del esôterikós cristiano (significando esoterismo lo que es al interior) gracias a su enseñanza metafísica proporcionada a través de sus textos y símbolos, con tal que permanezca indefectiblemente en total respeto a los dogmas cristianos. Esta vía de interioridad espiritual que denominamos, en Occidente, vía iniciática, consiste en la profundización metafísica de la fe. Recordaremos que la metafísica es la parte más interior de la teología. En esta perspectiva, resulta cierto que los rituales (los símbolos traducidos en actos) del Rito Escocés Rectificado, que constituyen tanto la osamenta pedagógica como la puesta en dinámica de vida, se aparentan a los ejercicios espirituales existentes en la Iglesia para ayudar a la edificación de la vida cristiana. Es esencial recordar que únicamente los sacramentos, pero sobre todo aquellos que la teología denomina de la iniciación cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía (respecto a la cual todos los demás están ordenados) son necesarios y suficientes para obtener las gracias que conducen a la Salvación: la resurrección de la carne y la vida eterna en el Reino de Dios. Esta vía iniciática, no aporta pues ningún «además» al respecto, pero responde a la vocación del «hombre de deseo», según palabras de Juan en el Apocalipsis, que tiene sed de conocer más íntimamente al Señor por este camino específico del esôterikós, y lo conduce, a través de estos jalones, a un «lo más cerca posible» de Él. Sin ningún tipo de exclusiva ni superioridad en relación a otros encaminamientos cristianos, pero en la plenitud de su especificidad, esta vía del Rito Escocés Rectificado presenta toda su legitimidad y fecundidad espirituales.